tag:blogger.com,1999:blog-39394912784802320452024-02-18T23:57:10.463-08:00 La Ubicua Ubicuo/cua. (Del lat. ubīque, en todas partes) 2. adj. Dicho de una persona: Que todo lo quiere presenciar y vive en continuo movimiento.Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.comBlogger8125tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-29435167241535692512015-03-15T14:19:00.004-07:002015-03-19T04:03:07.293-07:00El otro día pasó una cosa extraña - parte 6ª<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ha
pasado un mes desde la última vez que las agujas del reloj me dejaron la
ilusión de tener tiempo. Una concesión cada vez más difícil de obtener y
disfrutar. Las hojas supérstites del pequeño naufrago cada día parecen seguir
mis movimientos frenéticos. Una mirada silente y, a la vez, ensordecedora. Casi
me parece oír sus lamentos, su imploración de ser leídas, traducidas, reescritas. Me piden de curar sus heridas, de volver a vivir a través de las
teclas de mi ordenador, a través de los ojos de algún lector que, por
casualidad, se haya tropezado con este relato. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Abro
entonces el cuaderno en la página marcada durante mi última visita a este
paciente: una poesía, una pincelada impresionista de un instante es lo que
encuentro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Una campanilla <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Amable viento sobre el
rostro<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El labio aún ardiendo<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Una mosca saborea<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tranquilidad.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Día 5. 10h. En la terraza
delante del río.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">No tener horarios es uno
de los placeres de este viaje. He dormido más de diez horas para recuperar el
sueño perdido. Hoy me dirigiré a un pueblo más al norte. Afortunadamente no
llueve. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Aquí una práctica muy
difusa son los masajes. El precio
ventajoso y la amplia oferta hacen de esta práctica un verdadero fenómeno
turístico. De esta ciudad del norte, además, casi se podría decir que es la “capital
del masaje”. Seducida por la abundante oferta, y deseosa de aliviar el dolor de espalda causado por el viaje en bus, ayer
me concedí una sesión escogiendo al azar un centro dedicado a esta práctica en una de las
calles principales. Doloroso al principio, después reconciliador para las carnes, hasta placentero,
el tratamiento fue verdaderamente benéfico. Siempre cuesta un poco abandonarse a las
manos de un desconocido. El primer minuto de contacto es casi como intercambiar
algunas palabras convencionales de presentación, para luego dejar fluir la
conversación. La joven que me atendió fue un poco bruta en el trato, lo cual me
hizo sacar mi natural caparazón protector. Pero con más calma me fijé en seguida en sus facciones
duras y curtidas, su piel oscura como la de los campesinos de este país
asolado, sus ojos inexpresivos y castaños como la madera de la esterilla donde
reposaba. Me he preguntado qué podía desear esta chica de campo, cuáles podían
ser sus sueños, adónde la llevaba la imaginación. Posiblemente trabaje allí 365
días al año, diez horas al día, compartiendo el espacio vital con sus compañeras.
Repite los mismos movimientos decenas de veces al día, satisface miles de
turistas como yo cada año. No sé nada de ella, pero por un instante me ha
parecido poder ver con sus ojos y, extrañamente, me he dormido bajo sus manos
seguras y expertas. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Por la noche fui a ver un
espectáculo de deporte nacional, una lucha tradicional de descendencia
monástica que hoy en día atrae a muchos adeptos y que, desgraciadamente,
también alimenta todo un sistema de apuestas y mercado negro. Los combates son
introducidos con un ritual de música y de intercambio de saludos entre los dos
contrincantes, un momento encantador y elegante. Los turistas alrededor,
seguramente poco informados, escupían comentarios ignorantes e inapropiados
sobre el aburrimiento que, según ellos, este momento introductorio suscitaba.
Mientras se superaban el uno con el otro en este fraseo tan superficial, algunos
de sus amigos, unos rubios bien nutridos y de rostros encendidos por el alcohol,
apostaban ruidosamente con algunos autóctonos. Durante los encuentros,
inevitables gritos, risas y frases despectivas en contra de uno o del otro
participante. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A pesar de estas
presencias indeseables, los encuentros fueron atractivos. El entorno, además, proporcionaba
un verdadero espectáculo en sí mismo: barras al lado del ring desde las cuales escurrían
ríos de cerveza y whiskey, regando a los gigantes de cabello dorado, ya
borrachos y cuyas caras parecían explotar. En cada esquina del amplio local estaba
posicionado un ventilador muy grande y potente, que molestaba el descanso de un
intrico de telarañas y polvo colgante desde una red. Como sinuosas algas
marinas, estos cordones de suciedad secular vacilaban amenazantes sobre
nuestras cabezas. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El campeonato duró mucho
tiempo. Algunos encuentros resultaron más aburridos, como suele pasar en estas
ocasiones, otros más excitantes. Por ejemplo, me puse casi a gritar cuando una
chica diminuta con aspecto muy sencillo y humilde ganó a otra que procedía
evidentemente de la ciudad y cuya actitud era desdeñosa y arrogante. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Entre todas las emociones
del día de ayer, es extraño pensar que, durante el camino de vuelta a la
pensión, el momento que más me seguía rodando en la cabeza fue el hecho de que
un joven durante el espectáculo me había hablado
de Usted. ¿Se ve mucho que ya no tengo
veinte años? ¿Qué es lo que hace que me hablen de Usted, el vestuario o estas
cuatro arrugas? ¿Tanto se notan? <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Esperando el autobús.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mi izquierda, un hombre
con el pulgar amputado, bolsa inmensa de plástico, zapatillas de polipiel, uñas
negras que coronan unos dedos nudosos. Su rostro está curtido, bruñido por la
luz violenta y tropical, por la edad y la pobreza. A mi derecha, un grupo de
rubios (¡Cuántos hay!) rellenos y vestidos en estilo new-hippie, de colores y
con muchas pulseritas, rastas en la cabeza y anillos en la nariz. No paran de
hablar ni un momento, sentados en el suelo con su montaña de mochilas y el
crujido de los snacks que engullen constantemente. En el medio, estoy yo, en el
metro cuadrado que ocupo. Las manos resecas, las uñas desgastadas, el olor
dulce de sudor y piel que me gusta de mí en verano, la mirada fugaz e inquieta,
esta librita en la mano. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">En el fondo este viaje
está siendo el retiro que me había planteado desde el principio: no hablo nunca
con nadie. No quiero socializar, quiero estar sola, mirar el mundo como si no
existiera. Quisiera ser invisible y vagar por las tierras, observar el mundo sin
ser observada, escuchar sin dejar oír mi voz, dejarme preñar por los olores, abrir todos los sentidos al
mundo. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tampoco quiero obligarme a
hacer. Quiero calmar el espíritu y entrenarme en la no-acción. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Pero ahora estoy aquí y el
bus todavía no se ve y me esperan cuatro horas de viaje.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"> </span></i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN4ehxgAnRl-KfpNIARS9MZAA6kc29vokcQmWe29olHMRmHVX7sg1ovxkDV3aymH2EOgEAN8HuKeoNPpqopOJb5GDZwXm8Xsw1VPMY3GA13KUmyF1J8fLUg3mVCYSvxQeCHFokh5Wo82U/s1600/DSC_0362.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN4ehxgAnRl-KfpNIARS9MZAA6kc29vokcQmWe29olHMRmHVX7sg1ovxkDV3aymH2EOgEAN8HuKeoNPpqopOJb5GDZwXm8Xsw1VPMY3GA13KUmyF1J8fLUg3mVCYSvxQeCHFokh5Wo82U/s1600/DSC_0362.JPG" height="426" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">19.15h terraza del poblado
en las montañas. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Llueve. No, diluvia. Una
nube descansa sobre una negra colina, delineando sus límites. La vegetación es exuberante, intricada, misteriosa,
como embrujada. Espero mi cena y me embebo de aire húmedo y limpio. Un gatito
es mi compañero momentáneo. Jugamos. En la espera, leo un cuento en un libro de
historias tradicionales encontrado aquí, sobre una de estas mesillas de bambú.
El viaje en pick-up ha sido un poco atrevido, pero me ha desvelado unos
paisajes espectaculares y melancólicos. <o:p></o:p></span></i></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El gatito se pasea sobre
mis páginas. La cena ha llegado.</span><span style="font-family: Gentium Basic; font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">...</span></i></div>
Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-1740825960280769812015-02-15T14:58:00.002-08:002015-02-27T01:57:59.891-08:00El otro día pasó una cosa extraña - parte 5ª<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Día 4º. En la terraza de
la guest house en el norte. 10.50h.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Después de la Ciudad, esto
tiene que ser el paraíso. La noche ha sido infinita. El viaje en bus, una
aventura de supervivencia contra el frío. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Puntual a la cita, me
había unido a decenas de otros viajeros quienes, como yo, deseaban escaparse de
esas garras incrustadas de cemento y
hierro. Algunos iban al sur en búsqueda de playas de fina arena y mar
cristalino (la gran mayoría) y otros hacia el norte. He intercambiado algunas
palabras con una joven madre francesa y su hija de cuatro años. Van al sur,
ellos, donde podrán disfrutar del aire marino y de las playas interminables. </i>«¡<i>Eh, ya no viajamos</i> low cost <i>como
antes!</i>» <i>se queja melancólicamente la
madre recordando la primera vez que, años atrás, había pisado aquel mismo suelo
tropical. El comentario no me convence por completo porque estoy segura de que,
con los años, nos vamos ablandando y un hotel con una cómoda cama sustituye de
buena gana la fina colchoneta de camping. Pero, después de todo, es simpática
esta ex - new -hippie parisina, una de tantas de su nacionalidad que he podido
reconocer por el idioma desde mi llegada. Los franceses aman estos lugares, esta
porción de mundo donde aún quedan rincones que se consideran «auténticos» (y baratos), sencillamente porque
todavía no han acabado de masificarse (y quizás también por una inconsciente
herencia colonial todavía palpable en las relaciones entre los países que
fueron Indochina). Y, efectivamente, se encuentran lugares de ensueño, donde
residir un mes equivale en términos económicos a pasar tres días en Nueva York.
También nos gusta esta vuelta atrás en el tiempo, una inmersión en culturas
menos </i>«<i>ordenadas</i>» <i>que las nuestras. Lo que vemos menos (o que no nos gusta mucho
ver) es que sí estamos contribuyendo largamente a demoler costumbres y
tradiciones, poco a poco, con nuestros paquetes all inclusive, nuestro safaris
con elefantes en la selva, nuestra comida envasada, nuestra demanda de resort exóticos
y masajes baratos. Todos estos lugares que estamos nuevamente colonizando se
acaban pareciendo. Cuando seremos muchos en un país, iremos a otro, para
exprimirlo hasta que sea igual al anterior. Empiezo a entender la poca
amabilidad de la Ciudad y de sus ciudadanos. Los turistas (o viajeros, como a algunos
le gusta precisar, no sin cierta arrogancia) somos como termitas y los locales
nos ven a todos iguales: fuente de ganancia y fuente de destrucción a la vez. Amor
y odio. Y esto es así en cualquier latitud. <o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La joven mujer se despide con
un típico augurio del mochilero nostálgico, o sea me da la bendición de poder conocer
a mucha gente en el camino. Efectivamente
esto es algo que muchos me han dicho antes de emprender este viaje. Partiendo
sola, seguramente conoceré a muchas personas. Ya. Lástima que en realidad no me
interesa lo más mínimo conocer a gente en este viaje. Precisamente he decidido
viajar sola para no tener que hablar mucho, no más de lo necesario para
sobrevivir y para obtener informaciones útiles. La vida que conduzco
normalmente me obliga a relacionarme con los demás en una ciudad frenética y
neurótica, por eso no deseo muchos contactos humanos, de momento. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Sin embargo las palabras
de la francesa se cumplen mágicamente como la profética transformación de
medianoche de Cenicienta: los acontecimientos tras la espera en la estación de
autobús me obligan a fraternizar con una
pareja de españoles y otro joven neozelandés. Los cuatro somos literalmente
empujados a subir a una especie de moto-remolque, algo parecido a los APE
italianos, que aquí denominan tuc-tuc. ¿Adónde nos llevan? Imaginamos que, al
ser muy pocos los que vamos al norte, probablemente nos habrán juntado con
otros pasajeros de otras agencias. No lo sabemos con certidumbre, simplemente
confiamos en que hayan entendido nuestro destino y cruzamos los dedos mientras
el temerario conductor desafía el tráfico durante lo que se convierte en un
trayecto de veinte minutos de contragolpes en las nalgas, gases de escape en la
cara y risas nerviosas e incrédulas. Después de todo, ha sido una corsa
divertida. Compartir con otros la aventura a veces afloja la tensión del
desconocimiento. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Nos descargan en un sucio
callejón secundario, transversal de una calle muy animada de lo que parece ser
un centro de hoteles y zona turística. La oscuridad de la noche nos ha impedido
orientarnos, así que no tenemos absolutamente idea del barrio donde nos
encontramos. A veinte metros de nosotros vemos un enorme grupo de franceses (¡otra
vez!) que también esperan, no se sabe bien el qué. Unas mujeres vestidas con
trajes de trabajo azules (recuerdan a los conserjes del colegio) gritan algo y
la masa se mueve hacia la calle principal. Nosotros no sabemos qué hacer. Nos han
dejado allí plantados, sin explicación. Seguimos la masa (como buenos ejemplares
humanos) y preguntamos a una de las mujeres azules: los buses que viajan hacia
el norte aquella noche son tres, todos aparcados allí. Pero hubiéramos tenido
que hacer un check in en la oficina que estaba en el callejón secundario. Hay
que darse prisa, ¡están a punto de partir! Volvemos corriendo hacia el
callejón, irrumpimos en la oficina (un local con luz de neón a pie de calle sin
ninguna rotulación fuera y montones de cajas de cartón alrededor de una mesa
llena de papeles) y, por fin con nuestro billete validado, volvemos sobre
nuestros pasos, corriendo con el miedo en el corazón de no poder huir de los
tentáculos de la Ciudad. A nuestro lado, una rata enorme corre ella también
arriba y abajo, asustada por todo aquel caos, su territorio invadido y los autobuses
estruendosos. Nuestro pequeño grupo ya se ha disgregado, la pareja española ha
subido a otro bus. El curso del viaje: encuentros, despedidas, cruces… Quedamos
el neozelandés y yo, pero mi asiento es delantero y a mi lado, ya instalada en
su sillón, equipada de libro y manta, una mujer autóctona. No es tan incomodo,
después de todo. Puedo incluso estirar ligeramente las piernas. Además, ¡está
prevista una cena! Me pregunto cómo nos la servirán. ¿Será como en el avión? De
momento nos ofrecen un tentempié y agua con hielo y jarabe de granada. De
repente me doy cuenta de que será complicadísimo ir al lavabo. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Llevamos media hora sentados
y con el autobús parado. Miro impaciente el deslizar del tráfico a nuestro lado
y por delante. A pesar del cansancio, es como si quisiera estar segura de irme
de la Ciudad antes de abandonarme al sueño. Oigo el conductor dar un portazo.
Enciende el motor, nos inyectamos en el flujo denso de humo y luces. ¡Por fin fuera!
Inmediatamente me duermo.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Abro los ojos agitada y
miro por delante: ¿cómo? Todavía en la Ciudad, ¿aún no hemos salido? Hay mucho
tráfico, pero no puede ser, habrá pasado por lo menos una hora. Estoy congelada
y me noto completamente despejada. Me acuclillo bajo la manta que nos han
proporcionado e intento taparme la cabeza también. Las rodillas están rígidas, el aire acondicionado dispara viento glacial sin tregua
y, además, me temo que no veré ninguna cena. Son las 11 de la noche y no hay signo
de existencia de tripulación. Sueño con ojos abiertos el abundante desayuno que
me espera a mi llegada.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Pasan las horas, pasan
coches, pasan pick up descubiertos con mucha gente en sus remolques, pasan
autobuses…Estoy a punto de volver a dormir. Es la una, cuando de repente
encienden las luces: ¡Paramos! Casi lloro de felicidad. Intento levantarme rápidamente,
pero las piernas no responden. Me arrastro como puedo hacia la puerta y
agradezco infinitamente el aire cálido y húmedo del exterior. Las rodillas
recobran vida, como si se hubieran derretido, y voy corriendo hacia las
letrinas. Siempre me despiertan curiosidad estos tipos de lavabos colectivos,
bien diferentes de nuestros Autogrill de autopista europea. Creo que de la
manera de concebir los lavabos se puede intuir mucho de un pueblo y de la
relación con el otro y la comunidad. Seguro que estas letrinas han tenido una
influencia «turístico-colonial» en la división de los compartimentos y en el
uso de las puertas. ¡Menos mal hay cubos de agua! Pero estoy demasiado hambrienta para dedicar tiempo
a la reflexión sobre retretes y me dirijo hacia la cantina de la estación de
servicio que parece ser el centro de las rutas nocturnas del país, vista la
cantidad de gente que la frecuenta y de autobuses aparcados afuera. Me cruzo
con el neozelandés quien me explica que el billete que nos han dado en la
oficina del callejón oscuro en la Ciudad se canjea con una comida caliente justo
aquí. ¡Y yo que pensaba en azafatas con bandejas al estilo avión! Tenemos derecho a un cuenco de sopa: agua turbia con blandos
espaguetis de arroz y dos albóndigas blancas de ingredientes desconocidos. El
refectorio es un espacio medio abierto,
con lonas de plástico que me recuerdan las fiestas de pueblo de mi país con
anuncios por megafonía incluidos. Hay mucha luz y mucho ruido. Engullimos a
toda velocidad la cena por miedo a que el autobús parta sin nosotros y volvemos
al aparcamiento. Antes de subirme a la </i>«<i>celda de
hielo sobre ruedas</i>»<i>, expreso a una mujer azul
(¡han vuelto!) mis problemas con el aire acondicionado y así me garantizo una
segunda parte del viaje menos atormentada. El binomio barriga llena/vejiga
vacía también ha ayudado a dormir algunas horas, antes del despertar a las 6 de
la madrugada. <o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El paisaje es más vivaz:
alguna colina, alturas, una selva frondosa de un verde cegador. Llegamos a la
ciudad del norte. El viaje en autobús ha terminado y nos despedimos con el
neozelandés (ni siquiera nos hemos presentado), cada uno por su camino. Así es
este viaje. Miro un poco el mapa y, orgullosa de mi sentido de orientación, en
veinte minutos andando gano mi
residencia: una guest house con un magnífico jardín, un riachuelo bajo la
ventana de mi habitación grande y limpia. Hay mucho silencio y el personal que
me atiende es cortés. El agua de la ducha es una bendición, un bautizo para un
nuevo comienzo en este país. Duermo una hora entre sábanas limpias y perfume a bambú.
<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mi desayuno es realmente
copioso como soñaba por la noche, en aquel viaje que ahora queda sólo como una
pesadilla lejana: sopa de arroz, verduras, tortilla y batido de papaya. Decido
ir a ver un encuentro de boxeo tradicional por la noche, así que compro una
entrada en la recepción de la guest house y me preparo para un día de paseo y
descubrimiento del nuevo entorno. Me siento otra.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGpVLJvvqZWgkOl1a_z38CG0ax3BUigCfo15DyOXW9SQLW5qs4HFoSpzMCJk3iOm0oi5XvGH6JphkC2rXyqshVQzF_oyvSf0xl26ZiAED-SpxXB5dgjMiSWzSyyFayUlpIRowK8MYqXtQ/s1600/DSC_0304.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGpVLJvvqZWgkOl1a_z38CG0ax3BUigCfo15DyOXW9SQLW5qs4HFoSpzMCJk3iOm0oi5XvGH6JphkC2rXyqshVQzF_oyvSf0xl26ZiAED-SpxXB5dgjMiSWzSyyFayUlpIRowK8MYqXtQ/s1600/DSC_0304.JPG" height="266" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">15h. Centro de
recuperación de mujeres. Restaurante al aire libre.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Agradezco las pausas bajo
los árboles. Contraria y afortunadamente a las previsiones, todavía no llueve. El
cielo me está haciendo don de vistas inolvidables, con el contraste de color de
los templos y las nubes multiformes. Un día de descanso, de paseos, de plegarias
de los monjes. Un día sin prisa. He escuchado a los gallos en el patio del
templo y he aceptado el calor envolvedor. Mi mente ha viajado hacia Japón, otra
aventura solitaria. Vuelvo a pensar en los motivos de este viaje y, comparándolo
con la experiencia en Japón, desearía entrar en contacto con los lugareños y
sus costumbres, tal como hice allí lejos hace casi diez años. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La tranquila pausa en este
centro gestionado por mujeres en recuperación (de qué, no he logrado
entenderlo) me hace pensar en un aspecto fundamental del viaje del que quiero
dejar constancia: los olores. En la Ciudad ha sido toda una experiencia. En un
par de metros se podía pasar desde un perfume voluptuoso y seductor de especias
e incienso al hedor mareante de basura descompuesta y de orina calentada bajo
el sol. Es todo un inventario de esencias. Aquí, a la sombra de ese árbol,
estoy completamente cautivada por el olor cítrico de sus hojas mezclado con la
fritura de carne y pescado que llega desde las cocinas, y plátanos maduros y
coco. Hemos inventado máquinas fotográficas para captar luz, sombras y colores,
grabadoras para no olvidar sonidos y tomar apuntes, cámaras de video para no
perder ningún movimiento y, sin embrago, no hay manera de dar constancia de los
olores que son tan protagonistas de un viaje como lo son los vestidos
multicolores, los templos, la selva, la música y las ciudades humeantes. <o:p></o:p></span></i></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhclxO9JHhtBpZJ76DKUH7HNvw2zAVcL9RSFMQIs4vJW5n7IiRxs3MJw8qdjEVAXcCJ_jApZJvVH8sBJwmxATdN7X6lgxZnzQ5aMaf8XuHoJT-mAoOZyl4UxHQQJ7IpwbvJUEBiLcUFMPw/s1600/DSC_0289.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhclxO9JHhtBpZJ76DKUH7HNvw2zAVcL9RSFMQIs4vJW5n7IiRxs3MJw8qdjEVAXcCJ_jApZJvVH8sBJwmxATdN7X6lgxZnzQ5aMaf8XuHoJT-mAoOZyl4UxHQQJ7IpwbvJUEBiLcUFMPw/s1600/DSC_0289.JPG" height="213" width="320" /></a><i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mis reflexiones olfativas
son interrumpidas por la llegada de la comida, cuyo buen olor reflecta un
igualmente buen sabor: curry verde y fideos fritos con gambas. Un gato se
presenta para pedir sinuosamente de compartir conmigo ese magnífico manjar. Me
gusta ver los animales domésticos libres de andar por las calles, como cuando
era niña y en el jardín de mi comunidad se criaban dinastías de gatos que me
proporcionaban estudio y observación 365 días al año sobre rituales de
apareamiento, gestación, paridas y luchas por el territorio. Era como un
documental del National Geographic en mi propio patio. Y los perros andaban libremente,
se juntaban y me seguían de camino a la escuela para recibir el bocadillo de
jamón que puntualmente les compraba. La Ciudad estaba llena de gatos y también estoy
viendo muchos aquí. En el complejo del templo los gallos paseaban despreocupados
entre las casas. </span></i><i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Sin embargo en mi actual ciudad de residencia los animales se
han convertido en un status, son emblema de </span></i><i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">pertenencia social, o sirven simplemente
de compañía. Nuestra comunidad urbana quiere controlarlo todo: que los perros sean
«de raza» y los gatos vivan encerrados en las paredes domésticas, y a las
afueras de la urbanización construyen perreras y gateras, para los menos afortunados
animales que han sido rechazados por sus caprichosos e irresponsables dueños. Y
es que solamente con decir «dueño» me da escalofríos. En este contexto más
sencillo, con menos reglas y supuesto orden, la vida es más tranquila y conviven
hombres y animales, como antaño, con su equilibrio del dar y recibir. Pienso en
mi ciudad, tan limpia, tan falsamente vestida de fiesta y tan enjaulada en su
propia imagen.</span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Llevo la misma ropa desde
que he partido, no me maquillo, casi no me miro en el espejo, no pienso en lo
que los demás ven de mí. Me siento bien. </span><span style="font-family: Gentium Basic; font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: x-small;">To be continued...</span></i></div>
Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-45657332248797283472015-02-01T12:47:00.000-08:002015-02-15T07:38:12.094-08:00El otro día pasó una cosa extraña - Parte 4ª<div class="MsoNormal">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Desde que he empezado a leer y
traducir el cuaderno, no he parado de preguntarme quién sería la autora (porque
ahora está claro por lo menos el sexo de quien escribe) y adonde se habían
desarrollado sus días de viaje. ¿Una estudiante universitaria de vacaciones?
¿Una funcionaria en búsqueda de algún tipo de emoción extra-ordinaria? ¿Una
recién divorciada que emprende un viaje a Oriente «en
búsqueda de sí misma»? ¿Una aventurera? ¿Una periodista?
¿Una persona «normal» como yo? ¿Y cuál podía ser este país con muchos turistas,
calor y humedad, una ciudad ruidosa e inhóspita? ¿Y a qué despedida se refiere?
Sigo leyendo con deseo y curiosidad. Juego a meterme en su piel, a usar
sus palabras para viajar yo también a algún país desconocido que me haga abrir
los sentidos. Y más avanzo, más encuentro frases que hubiera podido decir yo
misma y siempre que me pasa esto leyendo libros o ensayos me causa un doble
efecto. Por un lado está el conforto en el sentirme humana y comprobar que al
fin y al cabo compartimos todos un único cerebro al que vamos consultando
(quién más quien menos) para plasmar nuestras ideas que, sin embargo, creemos
ser muy personales y originales. Por otro lado me siento quemar de envidia por
no haber sido yo la primera en<span class="apple-converted-space"> </span>grabar esas palabras en algún lugar, un escrito, un libro, un
blog en internet, un cuaderno de viaje perdido… Y entonces decido seguir
jugando y apoderarme de las frases de esta desconocida, transmitirlas a quien
tendrá la paciencia y la misma curiosidad que tengo yo por seguir descifrando
estos recuerdos, estos trozos de vivencias pasadas ajenas que ahora me
pertenecen.</span><span style="font-family: 'Gentium Basic';"><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: 'Gentium Basic';"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Día 3º</i></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Hoy debería ser el día de adaptación.
He dormido mucho, el cuerpo me lo pedía. Percibo un dolor liviano en la
garganta, estoy al límite y tengo miedo de enfermar. Tomo mi primer desayuno de
fruta y café cómodamente sentada y me medico. El masaje de ayer me ha dejado
dolorida, como después de un entrenamiento de karate tras un año de
inactividad. Me he despertado contenta, a pesar de todo. He decidido disfrutar
de mi último día en la Ciudad ignorando los sitios turísticos y los monumentos
para dedicarme a mi actividad favorita cuando estoy viajando: la observación
casual del panorama urbano y humano.</i><o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="separator" style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhbTxFYh-CnLeH5PKpoZmfZt4PK5TIqPYk-FH1yRSZrz8RuXs2_ZgZnmZafdbE8ROI5pVR91JQxQYl5H9NleZfL-IXhiCYObwZiMPaaUWgWmv-uln0eXtvs3UZJurD24sBMbnAuhu4dVg/s1600/DSC_0045.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhbTxFYh-CnLeH5PKpoZmfZt4PK5TIqPYk-FH1yRSZrz8RuXs2_ZgZnmZafdbE8ROI5pVR91JQxQYl5H9NleZfL-IXhiCYObwZiMPaaUWgWmv-uln0eXtvs3UZJurD24sBMbnAuhu4dVg/s1600/DSC_0045.jpg" height="342" width="640" /></a><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Subo al bus
#15 en la parada delante de mi pensión y me entrego al desgastado y humeante
vehículo que se lanza intrépido en el hormigueo del tráfico matutino. Desde la
ventanilla entra una liviana brisa y miro sin filtro el paisaje que desfila a
velocidad intermitente: carritos de cualquier tipo de objeto (principalmente de
comida), vagabundos de mirada vacía, niños en filas ordenadas dirigiéndose
hacia una escuela, cruces caóticos y grises, edificios fantasmas. Bajo en la
parada de un famoso centro comercial. Quiero ser testigo directo de este
contraste de lujo y decadencia que permea la Ciudad. En esta parada se puede
coger el tren sobre vía elevada de dos plantas, un monstruo de cemento gris y
marrón con pilares como enormes patas de mamut. Un enredo de pasajes
peatonales, pasarelas, tiendas, puestos ambulantes, callejuelas en estado de
descomposición. Compro un billete de ida y vuelta para pasar sobre el río y
observar la Ciudad que se lava la cara y se adorna con campos de golf, hoteles
de lujo, barrios residenciales en construcción. Sólo es un rápido paréntesis
que deja la escena a una extensión de suburbios sin fin, donde tradicionales
techos de pagoda se alternan a edificios de cemento de enormes vidrieras
reflectantes.</i><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxv-QKRJCaO-nVsxXK0ttHJBHLEEA1PhUz1ahFGFT2H2pE-tiucpCBb8FoMIO8qZB6Zsemos0ydzYA_FDJ4hVpltchRqRngiRDG8nDqhPZl0eUMd4xfM1b_StnkyH8hUfvQWesMhLABH4/s1600/DSC_0064-bis.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxv-QKRJCaO-nVsxXK0ttHJBHLEEA1PhUz1ahFGFT2H2pE-tiucpCBb8FoMIO8qZB6Zsemos0ydzYA_FDJ4hVpltchRqRngiRDG8nDqhPZl0eUMd4xfM1b_StnkyH8hUfvQWesMhLABH4/s1600/DSC_0064-bis.jpg" height="343" width="400" /></a><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">A la vuelta entro en el centro
comercial. Inmenso, impoluto y perfecto. Boutiques de alta costura, grandes
firmas, tiendas de diseño exclusivo y gadgets. Me concedo una fugaz y
picantísima comida en una de las callejuelas que lindan el centro comercial,
extinguiendo el fuego con sorbos de té de jazmín.<span class="apple-converted-space"> </span>Faltan cuatro horas a la cita para
partir en bus hacia el norte, donde me esperan lluvia y temporales. Decido
pasar estas horas en un maravilloso parque, el más grande de la Ciudad, que
quiere despedirse rescatándose de la mala acogida haciéndome don de unos
momentos de tranquilidad y naturaleza. Empiezo a notar el cansancio y el sueño
vuelve.</i></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Ha sido una idea estupenda venir aquí
al parque. Para estos momentos de sol y juegos de reflejos, para este skyline
en contraluz, para los graznidos de los cuervos, para el varano en la orilla
del lago, para los cinco minutos de yoga, para las fotos bien tomadas y las
risas de los niños que juegan, para esto, aunque fuera sólo para esto, ha
merecido la pena quedarse un último día en la Ciudad. Espero que la salud se
quede conmigo y que me haga disfrutar de los días a venir en las montañas, a
pesar de la lluvia.</i><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Una última vuelta en el parque “del
rescate”, una pausa en un banco, alguna pagina de </i>«<i>L’usage du monde</i>»<i>,
una ardilla apresurándose entre las ramas y cruzo finalmente la puerta
principal del parque donde, a las seis en punto, delante de la estatua de Rama
VI, resuena el que creo ser el himno nacional. Todo el mundo para de golpe, se
congela como en una película de ciencia ficción sobre el fin del mundo. Parecen
todos estatuas. La mano sobre el corazón. Yo también me paralizo y participo de
este momento solemne y surrealista. Me siento parte de la Ciudad, ahora.</i><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjCgclVnH5V9jbd_uH2Up9NRQ4pXDtGyukCX1fRDL8bKktr9PRfptUlQQE65SG1veRGOpS9Y8CE-iFq7z73QrewuAJLpWDbiZ9AaGeD-28Km1_14OVJh9va4FNr82JqtT3rq_eNAFcdUs/s1600/DSC_0208.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjCgclVnH5V9jbd_uH2Up9NRQ4pXDtGyukCX1fRDL8bKktr9PRfptUlQQE65SG1veRGOpS9Y8CE-iFq7z73QrewuAJLpWDbiZ9AaGeD-28Km1_14OVJh9va4FNr82JqtT3rq_eNAFcdUs/s1600/DSC_0208.jpg" height="213" width="320" /></a><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"> </span><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">18.30h En la estación de
buses.</i></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Una hora de espera, un batido de té
verde, un poco de descanso.</i><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Dejo la Ciudad. La mente aturdida como
después de un sueño. La alucinación de otra yo. Un espejismo que deja un rastro
de esperanza. </i><o:p></o:p></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<br />
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">...to be continued...</span><span style="font-family: 'Gentium Basic';"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-27683923939157508572015-01-26T03:58:00.000-08:002015-02-15T07:38:12.087-08:00El otro día pasó una cosa extraña - Parte 3ª<div class="MsoNormal">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Día 2º - 16h30 - en la terraza de
un restaurante.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Pausa. La primera del día. Mi primera
comida caliente desde que he aterrizado. Y también una cerveza. Estoy agotada.
Como era de esperar, la noche ha sido un columpio de sueños, vigilia, calor,
pensamientos, insomnio. Finalmente con los primeros rayos y el canto del monje
he podido deslizar en un sueño restaurador.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Los pensamientos habían jugado hasta
entonces, formulando preguntas sobre los motivos de este viaje (siempre y
cuando todo tenga que tener una explicación). La respuesta más sencilla y
sincera a veces es la mejor y se materializa mágicamente después de tanto
buscarla. He tenido que quitar meticulosamente una cáscara de expectativas y de
estereotipos para desnudar la semilla: este viaje es un impulso, una respuesta
a la necesidad de soledad, de ponerse a prueba, de enfrentarse a sí mismo y a
las eventuales dificultades, de saber disfrutar sin nadie más de una
experiencia de vida. La elección del país, esta vez, ha sido pura contingencia.
Todas las excusas </span></i><span style="font-size: 11pt;">«<i>oficiales</i>»<i>
proporcionadas a amigos y familiares son la superficie y no explican la pasión
para el viaje<span class="apple-converted-space"> </span>que mueve mis
decisiones. Cuando se viaja a solas se ve el mundo con otros ojos, los olores
son más intensos, los detalles más presentes, los sonidos nos alertan o
sosiegan. Es como si todo nuestro aparato sensorial vibrara más, los receptores
se despiertan y nos hacen don de lucidez.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Entre pesadillas, dolor de cabeza y
calor, he podido retomar vida activa y consciente sobre las nueve y media de la
mañana. He pagado una noche más y he salido tambaleante hacia el ferry que me
llevará a la estación de trenes. Quiero comprar el billete para ir al norte.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">La estación es muy pintoresca. Con una
gran sala de espera, un híbrido entre Estació de França de Barcelona y una
película western. Me dirijo a la taquilla: no hay trenes. Ni para hoy, ni para
mañana, ni para dentro de tres días. Todo el mundo ha decidido ir al norte a la
vez. El desaliento me marea. No es posible, los tentáculos de la Ciudad me
atrapan, me enredan, me arrastran y atan a sus pilares de cemento. Desfilan
rápidas una serie de opciones posibles, combinaciones y cambios, sin embargo
todo está agotado. Increíble. De repente caen los mitos sobre este país,
alimentado por amigos y conocidos, según los cuales aquí nunca existen
problemas para coger un tren, nunca hace falta reservar con antelación. Y allí
está: la primera verdad del viaje me susurra al oído </span></i><span style="font-size: 11pt;">«<i>cada experiencia es única; toma con cautela toda opinión y
consejo</i>»<i>. Es cierto que cada quien
tiene que mirar con ojos propios y oír con propios oídos. </i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">En la cama. La noche.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">«<i>Esta ciudad me gana</i>»<i>, pienso. Tengo que tranquilizarme y buscar un plan
alternativo.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Esta ciudad. Con las calles
desbordantes, con la imposibilidad de desplazarse y la pobre colaboración de
los autóctonos (que además no aparentan ser tan excepcionalmente amables como
dicen…). Al salir de la estación se me aproxima una chica joven de un puesto de
información turística que previamente había ignorado. Me propone un viaje al
norte en bus. Al principio había descartado esta opción por </span></i><span style="font-size: 11pt;">«<i>poco auténtica</i>»<i>,
pero ahora me digo </i>«<i>¡Diablos! Quiero ir
al norte, siento que allí será diferente.</i> »<i> Y entonces acepto. Acepto la noche en bus con aire
acondicionado, refrescos y cena incluidos. Estoy muy feliz, mañana podré dejar
la ciudad.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">El día ha trascurrido en un estado de
desgaste físico y lentitud acentuada por el bochorno. Me he arrastrado entre
una etapa obligatoria y la otra: templos, estatuas majestuosas, palacios,
lugares magníficos, grandiosos…¡lástima todos esos turistas! Y yo alimentando
esa masa…Me concedo media hora de un masaje enérgico que me deja un poco
acartonada.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Camino. Camino casi sin saber hacia
dónde, pensando que debería comer algo. En cada esquina hay alguien tirado en
el suelo, como un trapo usado y olvidado, los pies negros vigilados por perros
llenos de costras. Hay mucha miseria. ¡Qué contraste con el cercano lujo de los
templos!</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">El canto del
monje me conforta ahora en la habitación. Se insinúa por la ventana, me alcanza
desde lo lejos para decirme que por lo menos me quedaré con un recuerdo
agradable de este lugar, esa voz persuasiva e hipnótica, potente y delicada a
la vez. Al canto se entrelaza un zumbido continúo, quizás el aire
acondicionado. Me vence un sueño profundo que, por desgracia, dura poco más de
dos horas. El zumbido sigue allí, como una plegaria. Otra vez despierta. Bajo
en búsqueda de un ordenador. </span></i><span style="font-size: 11pt;">«<i>Qué hacer, dónde ir,
cuándo, cómo, opciones, si, no, quizás?...</i> »<i> BASTA! Tengo que luchar contra el demonio de la inquietud,
del arrepentimiento por cada elección, de la falta de tiempo, de la ansiedad de
conocimiento. Tengo que parar la mente. Es la típica reacción del segundo día
de viaje. Las palabras de Tew Bunnag sobre La Ciudad me acompañan de vuelta a
la cama: </i>«La fealdad de esta ciudad
nos cubre como hongos sobre una pared húmeda. Rascacielos en construcción se
irguen al horizonte como esqueletos, uno entre ellos con una grúa en el techo,
lonas de plástico oleando bajo la lluvia, el cemento que empieza ya a envejecer
y a quebrarse. Al lado, un canal con aguas negras repleto de bolsas de
plástico, una hilera de chabolas apoyadas las unas a las otras como borrachos que
esperan de colapsar definitivamente, sus techos de láminas onduladas, candentes
bajo el sol del mediodía. Un hombre con rastas en el pelo, oliendo cola, viejo
y consumido antes del tiempo, sentado sobre la acera, su dedo indicando cada
coche que pasa como si le estuviera enviando una silenciosa maldición. O quizás
una bendición? »<o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br />
<i>...to be continued...</i></span><span style="font-family: Gentium Basic;"><o:p></o:p></span></span></div>
</div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdPG6L-zR_pk4Gbt4pIB5twkNLhJS694wE227ft_RmxgeUPxaODxHLGTrt8SyOTIKifYU4Xli7BYCKC_4VkOR6o7cBJk8WVF7-HBvees6rMmLNHwnZ21oZHGSGJ41vgo8sxZtt4be9fuc/s1600/DSC_0057-B&N.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdPG6L-zR_pk4Gbt4pIB5twkNLhJS694wE227ft_RmxgeUPxaODxHLGTrt8SyOTIKifYU4Xli7BYCKC_4VkOR6o7cBJk8WVF7-HBvees6rMmLNHwnZ21oZHGSGJ41vgo8sxZtt4be9fuc/s1600/DSC_0057-B&N.jpg" height="436" width="640" /></a></span></span></div>
Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-36742086446734624732015-01-19T09:41:00.000-08:002015-02-15T07:38:12.090-08:00El otro día pasó una cosa extraña - Parte 2ª<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo8dKFlJxywId5Jh_eaIbHsON3EW4x0d_rtT2sQmoCdPYXFN8XBV-UnkMWOPnaKr91SrEkjydCS66waarfsEFd1rSFZcQqR2_9TtX1k30NYoilqyzm4kX38jFkiYav2N9UInbGV4_S6mY/s1600/DSC_0047+B&N.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo8dKFlJxywId5Jh_eaIbHsON3EW4x0d_rtT2sQmoCdPYXFN8XBV-UnkMWOPnaKr91SrEkjydCS66waarfsEFd1rSFZcQqR2_9TtX1k30NYoilqyzm4kX38jFkiYav2N9UInbGV4_S6mY/s1600/DSC_0047+B&N.jpg" height="400" width="265" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">No sé si soy yo que he perdido la
costumbre al viaje o si son los mapas mal hechos, pero no consigo orientarme en
esta ciudad tan caótica. Pensaba poder alcanzar mi pensión andando, contra todo
consejo de los autóctonos - típico de mí y de mi tozudez. Sin embargo, las
malolientes autopistas multiniveles que hieren la ciudad de arriba abajo se han
erguido ante mi pequeña figura, cansada del cambio horario y del viaje de 17
horas, como la sombra amenazadora de un machete. Catapultada en esta
estruendosa realidad, enjaulada en una estructura urbana rompecabezas, he
entendido al fin que mi hazaña no era realizable. Igualmente, haber caminado un
poco me ha dado la posibilidad de familiarizar con la práctica difundida de la
moto-taxi, así que me he dejado convencer por un poco fiable personaje de la
calle, desarrapado como su resoplante medio de locomoción. Un hombre de mediana
edad, exhibiendo una gastada chaqueta motera con escrito </span></i><span style="font-size: 11pt;">«<i>Police</i>»<i> en la
espalda, tatuajes desteñidos en las manos, la mugre bajo las largas uñas, el
olor a cigarro mojado y alcohol. En dos segundos me veo sentada a horcadas
sobre ese corcel digno de desguace, suplicante piedad a su dueño bajo una
torrencial lluvia tropical que hizo mis pantalones pegajosos y adherentes a la
piel. Mi mochila de viaje y mi tamaño, descomunal para una mujer lugareña,
contribuían a que la gente se riera a la vista de una tan improbable pareja de
la carretera.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">A pesar del cansancio y de las
primeras dificultades en tierra lejana, esa pequeña aventura del día me ha
llenado, me ha dado lo que suelo buscar en los desplazamientos a países ajenos:
el sentimiento de igualdad en la diversidad, cumpliendo gestos cotidianos y
viéndome involucrada en ellos guardando mi mirada analítica de extranjera.</span></i><span style="font-size: 11pt;"> <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Una sensación completamente opuesta me
han dejado los alrededores donde se ubica la pensión.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Después de un descanso de unas cuantas
horas, he salido tímidamente de mi refugio para reencontrarme con el nuevo
paisaje (y buscar algo de comida). Lo que he visto me ha dejado de piedra:
avalanchas de turistas occidentales devoran las calles, ríos de mochileros
chorrean desde los autobuses de viajes organizados, decenas de puestos de
comida callejera y de camisetas baratas de dudable gusto estético, altos y
rubios bebedores de cerveza en bares desde donde resuenan las notas familiares
de populares canciones americanas. ¿Cómo sería este barrio sin esta población
ajena? El que me pareció un círculo infernal dantesco, se alejaba tanto de lo que
me esperaba encontrar y de mi forma de entender el viaje que me sentí invadir
por la angustia y el deseo de huida. Seguí caminando todavía algunos minutos
más, confundida y mareada, y en seguida el cansancio se apoderó una vez
más de mí. Un cansancio profundo, mental. El sosiego llegó al pensar que
sólo se trataba del primer día y que, obviamente, hubiera tenido que pasar por
un tiempo de adaptación. Empecé a enumerar todas las cosas que hubiera podido
hacer el día siguiente, con el cuerpo descansado y la mente fresca. Pero ya el
deseo de moverse se hacía presente, la inquietud, la necesidad de no parar y de
estar en la condición de tránsito. </span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Tengo que reservar el tren para ir al
norte.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<i><span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La despedida parece ya tan lejana…</span></span></i><span style="font-family: 'Gentium Basic'; font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-84727666665530048332015-01-11T09:09:00.003-08:002015-02-15T07:38:12.098-08:00El otro día pasó una cosa extraña - Parte 1ª<div class="MsoNormal">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span style="font-size: 11pt;">El otro día me pasó una cosa extraña,
una de estas que te hace creer en un orden que excluye las casualidades, que te
quita el sueño y te hace preguntar </span><span style="font-size: 11pt;">«¿porqué? ».<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Caminando hacia el puerto, estaba con
mi cabeza jugando, como de costumbre, recorriendo memorias, dejando que el
cielo entrara en mis ojos, disparando alguna que otra foto a detalles de la
calle, volando sobre la ciudad. Siempre que puedo voy al puerto, pero nunca me
había pasado antes algo como lo que voy a contar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4EACsU51ubWXovGKzToJsFpWdwvDYWGne7HhfbkXL51UUufqApU5bHmLr_JcEw0Ark3Y91vjHgohaAWD2DSIJQalpVHyBXXS3I8cO6B75pDbQuYcGja-kJs5o2nornuyurme0N4cWqq0/s1600/Muelle.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4EACsU51ubWXovGKzToJsFpWdwvDYWGne7HhfbkXL51UUufqApU5bHmLr_JcEw0Ark3Y91vjHgohaAWD2DSIJQalpVHyBXXS3I8cO6B75pDbQuYcGja-kJs5o2nornuyurme0N4cWqq0/s1600/Muelle.jpg" height="320" width="213" /></a><span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Deslizando la mirada a lo largo de uno
de los muelles turísticos, mi atención se quedó atrapada en una página escrita
con lápiz, el color gris claro casi transparente. Como a menudo recojo del
suelo fotografías, artículos de periódicos y otros objetos que despiertan mi
curiosidad, me acerqué al borde de piedra para ver mejor de que se trataba.
Atormentado por la sal, el viento y el agua, descansaba un cuaderno. Las hojas
se tendían como brazos hacia mí, me saludaban en un rítmico movimiento
oscilante, pidiendo un rescate subitáneo. Cogí delicadamente ese cuerpo
maltratado y decidí llevarlo a casa, secarlo y darle el cuidado que
se merece un náufrago.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Cuando pude finalmente abrirlo sin
miedo a dañarlo, me di cuenta de que se trataba de un diario de viaje. No ponía
fecha, ni lugar, ni nombre. Estas cien páginas arrugadas, la espesa cubierta de
papel marrón, los cantos desgastados, el olor a mar y las manchas que se
perseguían en cada página como si de un flip-book se tratara, se convirtieron
en mi objeto de estudio y fantasía de los sucesivos días hasta hoy. Durante ese
periodo he conseguido descifrar el contenido, dejándome llevar a sitios
exóticos, parando la inquietud de la mente en las reflexiones del autor sobre
el mundo y el ser humano, contemplando a través de sus palabras las estrellas
en el negro cielo de un lugar sin ciudades, sumergiéndome y tratando de vivir
con otros sentidos que los humanos a veces olvidamos.<span class="apple-converted-space"> </span><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span style="font-size: 11pt;">Vuelve a buscarme el viaje: presente
en estas páginas, en la mente de quien las ha escrito, en su piel y en sus
manos que han trazado recuerdos, fragmentos de experiencias, selección de
escenas vividas. El viaje: de este pequeño objeto hasta mis manos, que lo han
rescatado para devolverle un sentido. El viaje: de los pensamientos entre seres
vivientes, anulando distancias, idiomas, pertenencias sociales. Me he
preguntando si el autor del cuaderno se haya voluntariamente separado de él
para que sus escritos llegaran a alguien o si simplemente el cuaderno cobró
vida propia y pensó que hubiera sido sabio compartir sus vivencias con los
demás. Sea cual sea el </span><span style="font-size: 11pt;">«porqué », he sentido un
fuerte impulso a transcribir algunas páginas de estas misteriosas memorias,
porque creo en la enseñanza de los viajes, en su valor universal de
aprendizaje, de conocimiento de uno mismo, de confrontación con culturas
distintas. Y porque sencillamente creo en su poesía.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3yBCm-JFjHNNKQUgRrR3hZhRM5kCW-bumKC-4NyTtLyfx7fNHuBn10uEs_L9HFKlk2MwUt0QuWHwyFGkthkW5m79JGxwuMPR1VuEL_TKjz-6tsKZJbD9a23pr4VJhQgHKTMCrtokHxtw/s1600/Muelle+detalle.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3yBCm-JFjHNNKQUgRrR3hZhRM5kCW-bumKC-4NyTtLyfx7fNHuBn10uEs_L9HFKlk2MwUt0QuWHwyFGkthkW5m79JGxwuMPR1VuEL_TKjz-6tsKZJbD9a23pr4VJhQgHKTMCrtokHxtw/s1600/Muelle+detalle.jpg" height="212" width="320" /></a><span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Las páginas empiezan con una pequeña
introducción en un idioma extranjero que he tenido que traducir y que
suena más o menos así:<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">«<i>He llegado casi sin
darme cuenta, al viaje. Aquí está, delante de mí, acompañado por las estrellas
que se despiden, por los jóvenes de vuelta a sus casas después de la fiesta,
arrastrando perezosamente los pies.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Esta noche he dormido después de
varios días de insomnio. Un periodo muy intenso. Necesito descansar y rodearme
de nuevos horizontes.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Camino hacia el bus: ¿vuelvo o parto?
Imagino cómo se me pudiera observar desde el exterior. ¿Qué han mirado esos
ojos? ¿Qué mirarán?</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">El cielo se tiñe de lila. Hace una
semana he visto otro amanecer. En la playa. Era bello.</span></i><span style="font-size: 11pt;"> »<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Y sigue:<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">«<i>Todo fluye. Empieza
bien el viaje. Observo los objetos que me rodean, compañeros de la aventura. Un
equipaje ligero y manejable.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Esta mañana he vuelto a sentir la
sensación del viajero. Ser consciente de la propia condición de tránsito, de
ser un huésped, de pertenencia y a la vez de alienación. La emoción del
descubrimiento, los pensamientos que acompañan y nunca callan, la
atención despierta en los pequeños detalles, el estar vigile, la absoluta
libertad de tomar decisiones y de establecer el ritmo.</span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Faltan un par de horas para el primer
vuelo. Tomo un magnífico desayuno y lucho contra el sopor. No quiero dormir y
perder instantes. </span></i><span style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="font-size: 11pt;">Rugen los motores, la mente es una
turbina de pensamientos, recuerdos, fantasías, expectativas y deseos. Rodamos
sobre la pista. ¡Empieza el viaje!</span></i><span style="font-size: 11pt;"> »<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<br /></div>
<br />
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">TO BE CONTINUED....</span><span style="font-family: Gentium Basic;"><o:p></o:p></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<br />Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-16851314015802144142012-01-22T07:22:00.000-08:002012-01-22T07:22:48.265-08:00El vuelo de Les Angles<br />
<br />
<br />
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0ZUgK1sjsr_aUm8ySn4BqN9a3JphNs2NC1ye7yI_LPs7ssmvaMvhcI1ptYA5dgtm457OtawvMuysHfB5Yl42QdQDWAZIAhbi82XgfL1ntcSmHiQaRtnCE5_PdMyufWAxznUtlT84Hlv0/s1600/Paz_BR.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0ZUgK1sjsr_aUm8ySn4BqN9a3JphNs2NC1ye7yI_LPs7ssmvaMvhcI1ptYA5dgtm457OtawvMuysHfB5Yl42QdQDWAZIAhbi82XgfL1ntcSmHiQaRtnCE5_PdMyufWAxznUtlT84Hlv0/s320/Paz_BR.jpg" width="320" /></a>Una
semana ha pasado ya desde la rápida escapada a Les Angles, en el Pirineo
francés. Siete días y sigo mirando las fotos que tomé, intentado volver allí
con todos los sentidos, porque quiero disfrutar una y otra vez del silencio,
del aire frío y limpio en las narices, de la luz deslumbrante que todo lo
ilumina “en alta definición”. <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM2KKPfvqWIhr_0nb_YoqBvknkbdG04aGHOc3nKcd7FQbBFuUkFXuv5n1A3KqzYRxp_5FzCtlHZO6TCmrw9JbTqv1r-IDjVZjP2rNoKyG6SpbcaKHJTAQCwgvDcg05RcNIAOyzE36oLDg/s1600/Les+Angles-valle_BR.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM2KKPfvqWIhr_0nb_YoqBvknkbdG04aGHOc3nKcd7FQbBFuUkFXuv5n1A3KqzYRxp_5FzCtlHZO6TCmrw9JbTqv1r-IDjVZjP2rNoKyG6SpbcaKHJTAQCwgvDcg05RcNIAOyzE36oLDg/s320/Les+Angles-valle_BR.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
montaña siempre me ofrece la posibilidad de pensar en la eternidad, o por lo
menos, en la relatividad del paso del tiempo. En ella veo inscritos los miles
de años transcurridos, la sabiduría de la tierra que se regenera. Allí están,
majestuosas y te dicen “nosotras mañana estaremos todavía aquí, esta es nuestra
naturaleza”, y yo pienso en mi cotidianidad, en el frenesí del entorno que a
menudo me rodea, en la caducidad de la vida y ellas representan mi
“pensamiento-refugio”, un aliento rescatador, mi paréntesis que quisiera
estirar, ensanchar, hasta contenerme por entero. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Llegamos
a Les Angles un sábado al mediodía y, a pesar de no haber nieve, encontré el
paisaje igualmente atractivo y sabía que, con sólo estar allí y saborear los
perfumes de la tierra y dejarme invadir el alma por la inmensidad del cielo,
merecía la pena. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
He
caminado a buen ritmo, como me gusta a mi, sintiendo el corazón que explota,
los latidos en las sienes, el sudor que corre, el aire frío en los pulmones,
los músculos de las piernas que se contraen, el cuerpo que vuelve a la vida. Me
he sentado mirando un valle dorado, escuchando al viento y esperando que el sol
alargara las sombras. Me he bañado mirando las estrellas, numerosas y
brillantes. En la montaña las estrellas cobran vida, aparición que a menudo
olvidamos. Ya no reconocemos el camino del tiempo a través de ellas, y allí
estaba Orión, inmenso, ocupando toda la vista entre una montaña y la otra. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAtPDxl85F3ZNt4TMb-f1YHr98fHZkmQmQ9anTpH1i8tS4zEpmbxnU9X8k5H9gVIfNPsUfvfBiCzM8HpF80iQ-7oYY6HIHO6bO1H2f2QdgmbeJlWFqbu6LA9xJgi-2Y6FxQn2hETeZWFI/s1600/Ghiaccio_BR.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAtPDxl85F3ZNt4TMb-f1YHr98fHZkmQmQ9anTpH1i8tS4zEpmbxnU9X8k5H9gVIfNPsUfvfBiCzM8HpF80iQ-7oYY6HIHO6bO1H2f2QdgmbeJlWFqbu6LA9xJgi-2Y6FxQn2hETeZWFI/s320/Ghiaccio_BR.jpg" width="320" /></a>Me
he tomado un “grand café” en uno de los bares del pueblo, dejándome envolver
por el aroma y el vapor caliente, mientras los primeros rayos de sol invadían
las ventanas. He escuchado el ruido del hielo que se derrite en un lago (sonido
que no olvidaré jamás), el silencio eterno del invierno, he besado la tierra y
me he fundido en ella, descansando del camino, bajo la protección de un árbol
solitario. He volado con la mente tocando todos los picos que aparecían a mi
alcance. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Agradezco
esta escapada y las montañas que siempre me hacen sentir viva. Agradezco poder
seguir viajando idealmente y conseguir llevar grabadas dentro de mí las
sensaciones que el viaje me ha regalado.</div>
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<br /></div>Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3939491278480232045.post-78807547011571083612012-01-16T15:00:00.000-08:002012-01-16T15:00:53.390-08:00Unanchored<br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif; text-align: justify;">
<span style="font-size: small;"><span lang="IT">Quando ho traslocato per la prima volta
avevo 4 anni. La cittá dove ci saremmo trasferiti con la mia famiglia si
trovava al di lá del mare, cosí il primo trasloco ha coinciso anche con il
primo viaggio in nave. Ancora non lo sapevo, ma quello sarebbe stato il primo
grande spostamento che mi avrebbe impresso il marchio di ció che ora chiamo
"l'inquietudine dell'ubiquitá", questo desiderio di sentirsi in
movimento costante, di poter essere utopicamente in ogni posto. Anche solo col
pensiero.</span></span></div>
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<span style="font-size: small;"><span lang="IT">Qualche giorno fa ho detto ad un amico:
“Il vero viaggiatore si vede dall’animo, non dal passaporto”. Con questa
affermazione un po’ banale volevo fare riferimento a quel genere di persone
che, per vari motivi (tempo, denaro, obbligazioni, paure, malattie) non
riescono a viaggiare fisicamente quanto vorrebbero o non possono raggiungere
mete ambite ed esotiche. Spesso tra amici ci si ritrova a fare il conto di
quanti paesi si sono visitati, di quanti timbri ci siano sul passaporto, di
quali siano i continenti su cui si sono poggiati i nostri piedi. Il tipo di
viaggio che mi interessa qui é non solo quello fisico, che implica uno
spostamento da un punto all’altro del mondo, ma un modo di essere e di
percepire la propria vita e l’ambiente circostante. Un viaggio puó essere la
scoperta di un nuovo quartiere della propria cittá, l’esplorazione di
un’emozione imprevista, il raggiungimento di una meta ideale, l’indagine su un
territorio, una fantasia spazio-temporale, una festa di lingue diverse, un
esperimento (un blog!).</span></span></div>
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<span style="font-size: small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1KkVq-8Crp1tbZWO1hT4MHTewBd5zqVmbIedXMhMxKsjRb1vy4Wij4UXHeN7zOUb9wXAFJIwkRl3ZqTX_uW5aNI-ClJ3JDF-j-uE1fyk4Gi17HGVzRf1AU2Ktzm1Myysb-dpoTCqv25A/s1600/Unanchored.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="233" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1KkVq-8Crp1tbZWO1hT4MHTewBd5zqVmbIedXMhMxKsjRb1vy4Wij4UXHeN7zOUb9wXAFJIwkRl3ZqTX_uW5aNI-ClJ3JDF-j-uE1fyk4Gi17HGVzRf1AU2Ktzm1Myysb-dpoTCqv25A/s320/Unanchored.jpg" width="320" /></a><span lang="IT"> </span></span></div>
<span style="font-size: small;"><span lang="IT" style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">Recentemente, leggendo un libro che racconta
con grande umanitá ed ironia di un importante viaggio fisico e spirituale, mi
sono lasciata affascinare dalla parola “unanchored”. Mi ha sedotta in primo
luogo la sua musicalitá, la ripetizione ravvicinata della “n”, la presenza
della “h” in mezzo... Poi, tutto ció che evoca: “senza ancora”,
nell’ambivalente immagine di una barca alla deriva, senza una rotta predeterminata ma allo stesso tempo libera
di scivolare tra le correnti, di farsi trasportare senza limiti. Di nuovo torna
il mare, che mi ha visto nascere, che mi ha fatta approdare su nuove terre, che
poi mi ha cresciuta e che ora lambisce la terra dove vivo. </span><i style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span lang="IT">Unanchored</span></i><span lang="IT" style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">, quindi. Senza ancore e
freni, verso le mete piú disparate, con il nostro bagaglio. La nostra casa fatta
di esperienze. Preparandoci ad organizzare il successivo spostamento, sapendo
che l’importante é l’ “in-between”, quello che c'é tra la partenza e l'arrivo.</span></span>Siouxhttp://www.blogger.com/profile/05591794048457030590noreply@blogger.com0